EL CULTIVO DEL MANGO
Si en fechas pasadas hablábamos del aguacate, hoy exponemos el mango, el otro gran cultivo subtropical del Sureste español, con cerca de 6.000 hectáreas de las cuales la mitad se encuentran en producción, siendo Málaga la principal provincia productora, seguida a distancia por Granada.
El árbol del mango es originario de la India, su introducción en España fue a través de las Islas Canarias en el s.XVIII . El tronco es recto y la corteza gris presentando grietas longitudinales. Las hojas son alternas, coriáceas, lisas en ambas superficies, de color verde oscuro brillante por el haz y verde claro por el envés. Las hojas jóvenes son de color violeta rojizo, posteriormente se tornan verde oscuro. Las flores se presentan en panículas, y son de color verde-amarillento con una longitud de 2 a 4 mm. Los frutos son drupas de forma ovoide-oblonga, de color verde- amarillento, amarillo, rojo, morado o anaranjado. La pulpa es de color amarillo o anaranjado, jugosa y muy sabrosa.
La variedad mayoritaria en España (80% de la superficie) es el Osteen, de la cual nuestro país es casi el único productor en el mundo. Otras variedades bien adaptadas a la zona son Keitt, Kent, Irwin, Tommy Atkins o Palmer.
Entre los requerimientos climáticos del mango está la ausencia de heladas (se producen daños severos a 0ºC en árbol joven y a -2ºC en árbol adulto) y veranos soleados y secos. A 42ºC se pueden provocar quemaduras en fruto y corteza, si la humedad relativa es baja. Por el contrario, temperaturas inferiores a 10ºC inhiben la fotosíntesis y otros procesos metabólicos. También es sensible al viento, que provoca daños físicos que son la vía de entrada de Pseudomas syringae, especialmente destacable en fincas con orientación norte
El sistema radicular es pivotante, profundo y vigoroso, lo cual hace que soporte relativamente bien el estrés hídrico. No obstante, la deficiencia de agua limita la producción y el tamaño del fruto. Lo ideal es el uso de sistemas de monitoreo de riego para conocer las necesidades hídricas con precisión, así como para controlar la salinidad (se trata de una especie sensible a la misma) y poder maximizar la producción final. Más información aquí (https://unicomtrol.com/conocemos-realmente-las-necesidades-de-nuestro-cultivo/).
La poda de floración se realizará en el mes de marzo, con la misma se consigue una floración más tardía con una mayor productividad, mayor calidad de la cosecha y un tamaño comercial óptimo del fruto. Temperaturas mínimas superiores a 15ºC mejoran el cuajado. La presencia de abejas y de variedades diferentes en la explotación mejoran asimismo el cuajado.
En cuanto a la fertilización, se requiere aportar nitrógeno, fósforo, potasio y calcio, particularmente importante este último ya que su deficiencia provoca la descomposición interna de la pulpa (también la provoca el exceso de nitrógeno). En cuanto a los microelementos, la deficiencia más común es la de zinc, la cual es fácilmente corregible. En cualquier caso, los programas de fertilización serán función de variables como la edad de la planta o la cosecha potencial, así como de los análisis de hoja, agua y suelo realizados en su caso.
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Autor: Rafael Jesús Benítez